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viernes, 18 de diciembre de 2009

El Diezmo

El diezmo es una ley divina que ha existido desde la antigüedad. El profeta Abraham del Antiguo Testamento, pagó diezmos de todo lo que poseía (Génesis 14:20). El diezmo significa dar al Señor la décima parte de todos nuestros ingresos.

En Malaquías 3:8-12 dice: "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa: y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos".

El pago del diezmos para los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es una ley que se practica hoy en día.

Los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días nos esforzamos por pagar un diezmo íntegro y lo vemos como una oportunidad para despojarnos del egoísmo y para contribuir al crecimiento de la Iglesia recibiendo al mismo tiempo las bendiciones que Dios nos promete.

James E. Faust dijo:

“Me siento agradecido por que el Señor consideró establecer nuevamente la ley del diezmo y las ofrendas entre Su pueblo. Cuando guardamos la ley del diezmo, las ventanas de los cielos se abren de par en par para nosotros, y recibimos grandes bendiciones cuando tenemos la fe para observar dicha ley”.

Los fondos del diezmo se utilizan para apoyar las actividades continuas de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tales como la construcción y el mantenimiento de templos y centros de reuniones, llevar el Evangelio a todo el mundo, llevar a cabo la obra de los templos y de historia familiar y muchas otras actividades a escala mundial.

Entre las revelaciones recibidas por el primer Profeta de estos tiempos, José Smith, se encuentra registrada la siguiente en Doctrina y Convenios 64:23: "He aquí, el tiempo presente es llamado hoy hasta la venida del Hijo del Hombre; y en verdad, es un día de sacrificio y de requerir el diezmo de mi pueblo, porque el que es diezmado no será quemado en su venida".

El pagar un Diezmo requiere sacrificio, por lo que se necesita fe para ser obediente a esta ley. Al obedecerla se obtienen grandes bendiciones del Señor tanto espirituales como temporales. En Lucas 12:31 dice: “Buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas”.

Gordon B. Hinckley dijo en una oportunidad:

“Paguen sus diezmos para que sean dignos de las bendiciones del Señor. No les prometeré que se vayan a hacer ricos, pero les testifico que el Señor recompensa con generosidad, de una forma u otra, a los que guardan Sus mandamientos, y les aseguro que ningún asesor financiero al que acudan podrá prometerles lo que el Señor ha prometido: “Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis” (D. y C. 82:10). El Señor honra Sus convenios.

Al dar la décima parte de nuestros ingresos no estamos siendo generosos con Dios, sólo estamos devolviéndole parte de lo que le pertenece y que es requerido de nosotros por ley.

La Palabra de Sabiduría

En la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se enseñan principios que no existen en otras iglesias. Esto es debido a la revelación moderna que viene de los profetas y apóstoles. Desde la restauración en 1830, muchas revelaciones modernas se han escrito en el libro de Doctrina y Convenios. En este libro se lee una escritura que se aplica a todos los mandamientos del Señor.

“y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa." (DyC 130:21)

Esta escritura explica que es necesario obedecer primero el mandamiento para poder recibir la bendición que el Señor ha prometido. Así es igual con la Palabra de Sabiduría. Pero primero, ¿Qué es la Palabra de Sabiduría? Es abstenernos de cosas que dañen nuestro cuerpo. La Palabra de Sabiduría fue instituida por el Señor por medio de revelación. Se instituyó con el propósito de mantener nuestros cuerpos limpios de toda sustancia dañina. La Biblia dice:

“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.”
(1 Corintios 3:16-17)

Siendo sagrado nuestro cuerpo, tenemos la responsabilidad de cuidarlo. La palabra de sabiduría prohíbe el uso del alcohol, el tabaco, el café, el té, y las drogas perjudiciales. La Palabra de Sabiduría nos insta a una dieta buena para mantener a nuestros cuerpos sanos. El Señor nos promete,

“Y todos los santos que se acuerden de guardar y hacer estas cosas, rindiendo obediencia a los mandamientos, recibirán salud en el ombligo y médula en los huesos; y hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos; y correrán sin fatigarse, y andarán sin desmayar. Y yo, el Señor, les prometo que el ángel destructor pasará de ellos, como de los hijos de Israel, y no los matará. Amén.”(DyC 89:18-21)

Al cumplir con la Palabra de Sabiduría no beneficiamos a nadie más que a nosotros mismos. El Señor desea que seamos libres de adicciones, que cuidemos nuestro cuerpo ya que somos hechos a Su semejanza, y que podamos mantener el Espíritu Santo con nosotros.

Los Grados de Gloria

Existen muchas teorías de lo que pasará después del Juicio Final, y la mayoría son exactamente eso, teorías. Dios siempre ha dado a conocer Sus misterios a Sus profetas y ellos se han encargado de predicar estas verdades a los hijos de Dios. Los misterios de Dios no se pueden revelar de ninguna otra forma, ni por adivinanza o por pura interpretación de las escrituras, es necesario que esa instrucción venga de los cielos. Dios llama a profetas para que ellos den Su mensaje al mundo. Y ellos han enseñado que después de nuestra resurrección seremos juzgados, y se nos asignará nuestra morada eterna. De acuerdo a nuestros hechos, conocimiento, y nuestro deseo sincero de hacer el bien.

Hay tres lugares donde podremos morar, el primero y más alto es el Reino Celestial, el segundo es el Reino Terrestre, el tercero y más bajo es el Reino Celestial. Hay otro lugar que no es un grado de gloria, y se llama "las tinieblas de afuera".

El Reino Celestial

El Reino Celestial es el grado más alto de gloria. Aquí morarán Dios el Padre, Su hijo Jesucristo y el Espíritu Santo con todos los que hayan sido obedientes a los mandamientos y ordenanzas de Dios. En este lugar las personas heredarán conocimiento, gozo, paz, y gloria por todas las eternidades. Los que sean dignos de merecer este reino tendrán que haber cumplido con ciertos requisitos. Tendrán que haber cumplido con los principios y mandamientos de Dios. Parte de esta obediencia es recibir las ordenanzas que Dios nos pide. Tales como el bautismo, recibir el don del Espíritu Santo, y también recibir las ordenanzas del templo. Hay muchas razones por las cuales habrá tanta felicidad en el Reino Celestial. Una de éstas es el privilegio de estar con nuestras familias, y con nuestros seres queridos. Para esto las personas tienen que haber sido selladas (o unidas) en un Templo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Iglesia Mormona o SUD) por medio de la ordenanza del Sellamiento y el Matrimonio Celestial.

El Reino Terrestre

El Reino Terrestre es el segundo grado más alto. Estas personas son las que escucharon el Evangelio sobre la tierra pero no lo aceptaron hasta llegar al Mundo de los Espíritus. Este reino también recibirá a las personas que aceptaron el Evangelio sobre la tierra pero no lo pudieron obedecer. Este reino será un reino de felicidad, pero no se compara con el Reino Celestial. Las personas que hereden este reino no podrán gozar de vivir con sus familias, y estarán separados de ellos por toda la eternidad. Tampoco podrán vivir en la presencia de Nuestro Padre Celestial. Jesucristo podrá visitar este reino, pero no lo habitará.

El Reino Telestial

Los que heredarán el Reino Telestial son los que no aceptaron el Evangelio de Jesucristo, ni en la tierra, ni en el Mundo de los Espíritus. También incluye las personas que obraron toda clase de mal sobre la faz de la tierra, como robar, matar, mentir, adulterar, y toda clase de inmundicia. Estos tendrán que pagar por sus propios pecados. Sufrirán la angustia que trae el pecado, angustia que Jesucristo trató de pagar por ellos si aceptaban Su sacrificio. Ellos se quedarán en la Cárcel Espiritual mientras los justos se levantarán en la primera resurrección y gozarán de la presencia de Jesucristo durante el milenio. Estos no resucitaran hasta el día del juicio. Este reino será visitado por el Espíritu Santo.

Lo más importante es recordar que lo que hagamos o dejemos de hacer en esta vida tiene consecuencias eternas. Sólo tenemos una oportunidad de hacer las cosas bien, sólo una vez venimos a la tierra, y debemos comprobar nuestra lealtad al Señor. Vale la pena cualquier esfuerzo que hagamos en esta tierra para vencer el mal y acercarnos a Dios. El Reino Celestial está al alcance de toda persona sobre la faz de la tierra.

“Porque no obstante que les extenderé mi brazo de día en día, me negarán. Sin embargo, si se arrepienten y vienen a mí, seré misericordioso con ellos, porque mi brazo está extendido todo el día, dice el Señor Dios de los Ejércitos.” (2Nefi28:32)



La Gran Apostasía

Hay muchas religiones Cristianas sobre la faz de la tierra, y al parecer siguen multiplicándose. En el Mormonismo se enseña que después de la ascensión de Jesucristo la Iglesia empezó a decaer a causa de disensiones internas, por la persecución, y la muerte de los apóstoles.

Sin dirección, revelación, o sacerdocio, la Iglesia cayó y surgieron muchas diferentes iglesias. Enla Iglesia de Jesucristo de los Santo de los últimos Dias y en las escrituras (incluyendo la Biblia) a esto se le llama la Gran Apostasía. Al ocurrir este acontecimiento muchas diferentes enseñanzas surgieron cada una con parte de la verdad tratando de rescatar lo que se había perdido. La Biblia explica lo siguiente:

“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos,
que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.


Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,
el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.


¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste.


Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio
(2 Tes 1:1-7.)

El Apóstol Pablo explica en estos versículos que Jesucristo no regresaría por segunda vez hasta que hubiera una apostasía. Y que se manifestara Satanás el Hijo de Perdición, haciéndose pasar como Dios. Esto significa que Satanás aprovecharía para causar confusión haciendo muchas Iglesias para confundir al género humano, haciéndose pasar como Dios para que el género humano se alejara de la verdad de Dios. Al perderse la Iglesia se perdió también el sacerdocio, la autoridad de Dios para efectuar las ordenanzas salvadoras, ya que no hubo a quien transmitirlo. Jesucristo estableció Su Iglesia con Doce Apóstoles. Jesucristo teniendo la autoridad, les impuso las manos y les dio la autoridad del sacerdocio. Y así se les fue dando a los miembros fieles y dignos de la Iglesia. Cuando Jesucristo murió, los que tenían la autoridad fueron a otras tierras para predicar el Evangelio. Poco a poco fueron rechazados y los miembros de la Iglesia fueron alejándose de la verdadera doctrina de Jesucristo y fueron creando sus propias doctrinas. También los Apóstoles empezaron a ser perseguidos y muertos uno por uno. Estas dificultades que los miembros de la Iglesia primitiva de Jesucristo y los apóstoles pasaron, se pueden encontrar en el Nuevo Testamento. Al final, los que tenían la autoridad para conferir el poder a otros murieron. Esta cadena se rompió y no había nadie que tuviera la autoridad del sacerdocio.

Aun sin los apóstoles, los miembros de la Iglesia con buenas intenciones trataron de seguir la Cristiandad, pero no había nadie autorizado para recibir revelación, ni nadie que tuviera el sacerdocio. Sin la guía y revelación de Dios el hombre tuvo que depender de su propia sabiduría para interpretar las escrituras y guiar la Iglesia. Aunque tuvieran buenas intenciones se fueron alejando más y más de la doctrina verdadera de Jesucristo. Esto creó falsas doctrinas y ordenanzas y creó mucha confusión del plan y la naturaleza de Dios.

Tal como un espejo quebrado, los fragmentos de la Iglesia de Cristo fue todo lo que quedó, y estos fragmentos se mezclaron con prácticas paganas o prácticas de otras religiones. El mundo cayó en la apostasía, lo cual significa que la verdad completa del evangelio no se encontraba en la tierra. La apostasía viene del significado griego de la palabra "rebelión". Aunque la Iglesia se había perdido por completo, Dios no se olvidó de Sus hijos. Él los guiaba e inspiraba a progresar lo más posible sin la organización de la Iglesia. En la Iglesia Mormona se enseña que los reformadores religiosos fueron guiados por Dios para que se preparara el camino para la restauración del Evangelio. La Biblia enseña que la Iglesia de Jesucristo sería restaurada,

“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;


a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo
(Hechos 3:19-21.)

Esta restauración vino por medio de José Smith. En la primavera de 1829, al traducir El Libro de Mormón, José Smith y Oliverio Cowdery fueron visitados por mensajeros celestiales que restauraron El Sacerdocio, la autoridad para actuar en el nombre de Dios. La Iglesia de Jesucristo se restauró oficialmente en 1830, con el nombre de La Iglesia Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Se escogieron de nuevo apóstoles, y las verdades del Evangelio y las ordenanzas y de nuestro Padre Celestial fueron restauradas. De nuevo se encuentran profetas y apóstoles en la tierra con la autoridad de Dios, y la Iglesia de Jesucristo ha sido restaurada “en preparación para la segunda venida de Jesucristo.”

La Imposición de Manos

Dentro de la Iglesia de Jesucristo de los Santo de los últimos Dias, la imposición de manos significa la acción de colocar las manos sobre la cabeza de una persona como parte de una ordenanza del Sacerdocio. Los mormones realizan esta práctica en base a las escrituras que enseñan que en la Iglesia Primitiva de Cristo realizaban estas mismas Ordenanzas o daban Bendiciones de la misma manera.

Una de las Ordenanzas que se daban por medio de la imposición de manos en la Iglesia Primitiva era el Don del Espíritu Santo, en Hechos 8:17 dice: “entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo”, los miembros de La Iglesia de Jesucristo SUD han seguido este mismo procedimiento en las ordenanzas del Sacerdocio, tal como se

explica en algunos de los Artículos de Fe, específicamente el número cuatro que dice: “Creemos que los primeros principios y ordenanzas del Evangelio son: primero, Fe en el Señor Jesucristo; segundo, Arrepentimiento; tercero, Bautismo por inmersión para la remisión de pecados; cuarto, imposición de manos para recibir el Don del Espíritu Santo”. Y el Artículo de Fe número cinco que explica: “Creemos que el hombre debe ser llamado por Dios, por profecía, y la imposición de manos por aquellos que tienen la autoridad, a fin de que pueda predicar el Evangelio y administrar sus ordenanzas”.

Sacerdocio

La palabra Sacerdocio puede tener un significado diferente en otras iglesias. En La Iglesia de Jesucristo de los Santo de los últimos Dias significa el poder y la autoridad de Dios. Por ésta autoridad se crearon los cielos, la tierra, y todo lo que en ellos hay. Las leyes eternas y universales se efectúan por medio del gran poder del sacerdocio. Dios el Padre otorga éste poder a varones dignos para poder actuar en Su nombre. El sacerdocio permite que la persona que lo posee actué en el nombre de Jesucristo para ayudar a llevar a cabo la salvación y la vida eterna del hombre. Pueden predicar, bendecir, y administrar ordenanzas esenciales para heredar el reino de Dios. Se recibe el Sacerdocio por la imposición de manos. En la Biblia el Apostol Pablo enseñó que solo los que son escogidos por el Señor reciben esta autoridad, “Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón” (Hebreos 5:4).

El sacerdocio se divide en grupos llamados quórumes. Estos grupos se dividen por edades, y por los diferentes oficios del sacerdocio. Los quórumes del sacerdocio se apoyan y se refuerzan para prestar servicio, dar un buen ejemplo y ejercer el liderazgo en las comunidades donde viven. Las mujeres no reciben el sacerdocio pero también tienen funciones vitales dentro de la organización de la Iglesia.

El Sacerdocio de Melquisedec

El Sacerdocio de Melquisedec es el sacerdocio más alto. Se denomina así por el patriarca y sumo sacerdote Melquisedec. Melquisedec era el rey de Salem y era un hombre increíblemente justo. Se lee en las escrituras que aun Abraham le pagó diezmos. Antes que se llamara el Sacerdocio de Melquisedec se llamaba, el Santo Sacerdocio según el Orden del Hijo de Dios. El nombre del sacerdocio cambio por respeto al nombre de Dios, y evitar repetir su nombre muy frecuentemente, y así cambio al Sacerdocio de Melquisedec. Esta enseñanza se encuentra en el libro de Doctrina y Convenios 107:3-4.

Se menciona en la Biblia varias veces que Jesucristo era, “un sumo sacerdote según el orden de Melquisedec" (Heb. 5:10). El Sacerdocio se recibió por primera vez por Adán, y se ha recibido por cada patriarca y profeta autorizado por Dios. Este sacerdocio era esencial en cada dispensación para efectuar las ordenanzas de la Iglesia. Sin embargo, durante el tiempo de Moisés, el Señor quito el Sacerdocio de Melquisedec del pueblo de Israel. En vez de esto se le dio el Sacerdocio Aaronico o el Sacerdocio menor. Jesucristo cuando organizo su iglesia en la tierra restauro el Sacerdocio de Melquisedec a sus apóstoles. Los apóstoles usaron esta autoridad para predicar, bendecir, bautizar, y conferir el Don del Espíritu Santo. Este sacerdocio se volvió a perder a causa de La Gran Apostasía. Al perderse esta autoridad ceso la revelación de Dios a sus hijos en la tierra y la Iglesia verdadera se desapareció. En 1829, Jesucristo mando otra vez que se restaurara el Sacerdocio de Melquisedec a la tierra por medio del Profeta José Smith y Oliver Cowdery.

Los Oficios y Funciones del Sacerdocio de Melquisedec

Así como el Sacerdocio Aarónico, un hombre retiene todas las llaves y la autoridad de sus oficios anteriores. Por ejemplo, si ningún miembro del Sacerdocio Aarónico esta presente, el Sacerdocio de Melquisedec puede bendecir y repartir la Santa Cena.

  • Élder como título "Élder" Puede ser utilizado para cualquier poseedor del Sacerdocio de Melquisedec. Como título se utiliza típicamente para referirse a Misioneros Mormones o Autoridades Generales de la iglesia.
  • Élder como oficio: Los hombres se pueden ordenar a ser Élderes a la edad de 18 o 19. El deber de un Élder es bautizar, y confirmar miembros de la iglesia, y conferir el Don del Espíritu Santo, administrar la Santa Cena dar bendiciones de consuelo y curación, y velar en general sobre la iglesia.

  • Setenta: Los miembros del Quórum de los Setenta son llamados como Autoridades Generales bajo la dirección de la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles. Un Setenta trabaja como misionero y se ocupa en varias actividades de la iglesia, edifica y desarrolla la iglesia en todas las naciones donde se encuentre, y predica el Evangelio. Miembros del Quórum de los Setenta pueden ser utilizados también para discursar en La Conferencia General. En la actualidad, hay siete quórumes, cada con aproximadamente setenta miembros. Los miembros de los Setenta pueden ser relevados honorablemente y pueden recibir otra posición en la iglesia.
  • Sumo Sacerdote: Sumos Sacerdotes tienen la autoridad para oficiar en la Iglesia. Los hombres son ordenados como Sumos Sacerdotes para servir en varios llamamientos: miembros del obispado, miembros de la presidencia de estaca, consejeros, miembros del Sumo Consejo, presidentes de misión, patriarcas, etc. Sumos Sacerdotes tienen su propio quórum y son distintos del quórum de Élderes.

  • Patriarca: Patriarcas son oficiados a nivel de estaca, y son ordenados por Autoridades Generales o presidentes de estaca que han recibido la autoridad por el Quórum de los Doce Apóstoles. El deber del patriarca es bendiciones especiales llamadas bendiciones patriarcales a miembros dignos de la iglesia. Tales bendiciones son las palabras personales del Señor al recipiente y da a la persona una mejor comprensión de su propósito en la vida. El oficio de patriarca es un llamamiento de toda la vida, aunque si llega el tiempo en que el patriarca no es capaz de funcionar en sus deberes, por ejemplo por salud, un patriarca adicional puede ser llamado en esa estaca. El termino "patriarca" también se puede aplicar al padre de una familia.
  • Apóstol: El significado de la palabra apóstol es "enviado delante del Señor", apóstoles son testigos especiales de Jesucristo. El ser Apóstol igual que el de ser Patriarca, es un oficio que se ocupa toda la vida. Los hombres ordenados como apóstoles son miembros del Quórum de los Doce Apóstoles o de la Primera Presidencia. Apóstoles viajan a través del mundo para construir y para regular la iglesia. Los apóstoles tienen todas las llaves del reino, pero sólo el apóstol mayor — el Presidente de la Iglesia — es autorizado a utilizar todas las llaves. Los demás apóstoles actúan bajo la dirección del presidente.

  • Presidente: Sólo un hombre puede tener la oficina de ser Presidente de la Iglesia y ejercitar las llaves y la autoridad asociadas con esta oficina. El Presidente, es el apóstol mayor (en términos de años como un apóstol, no edad.) Y es también el presidente del Sacerdocio de Melquisedec. El es sostenido como el profeta, vidente, y revelador de estos tiempos. Como tal, él tiene el derecho de recibir la revelación para no sólo la iglesia, pero el mundo entero. Un hombre ocupara el oficio de Presidente de la iglesia el resto de su vida, aunque en casos de salud los consejeros de la Primera Presidencia puede tomar algunas de las funciones de la oficina según el Presidente autorice.
  • El Sacerdocio de Melquisedec "tiene el derecho de presidir, y tiene poder y autoridad sobre todos los oficios en la iglesia en todas las edades del mundo para administrar en las cosas espirituales" y los poseedores de “las llaves de todas las bendiciones espirituales de la iglesia” (DyC 107:8, 18).