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viernes, 18 de diciembre de 2009

La Palabra de Sabiduría

En la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se enseñan principios que no existen en otras iglesias. Esto es debido a la revelación moderna que viene de los profetas y apóstoles. Desde la restauración en 1830, muchas revelaciones modernas se han escrito en el libro de Doctrina y Convenios. En este libro se lee una escritura que se aplica a todos los mandamientos del Señor.

“y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa." (DyC 130:21)

Esta escritura explica que es necesario obedecer primero el mandamiento para poder recibir la bendición que el Señor ha prometido. Así es igual con la Palabra de Sabiduría. Pero primero, ¿Qué es la Palabra de Sabiduría? Es abstenernos de cosas que dañen nuestro cuerpo. La Palabra de Sabiduría fue instituida por el Señor por medio de revelación. Se instituyó con el propósito de mantener nuestros cuerpos limpios de toda sustancia dañina. La Biblia dice:

“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.”
(1 Corintios 3:16-17)

Siendo sagrado nuestro cuerpo, tenemos la responsabilidad de cuidarlo. La palabra de sabiduría prohíbe el uso del alcohol, el tabaco, el café, el té, y las drogas perjudiciales. La Palabra de Sabiduría nos insta a una dieta buena para mantener a nuestros cuerpos sanos. El Señor nos promete,

“Y todos los santos que se acuerden de guardar y hacer estas cosas, rindiendo obediencia a los mandamientos, recibirán salud en el ombligo y médula en los huesos; y hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos; y correrán sin fatigarse, y andarán sin desmayar. Y yo, el Señor, les prometo que el ángel destructor pasará de ellos, como de los hijos de Israel, y no los matará. Amén.”(DyC 89:18-21)

Al cumplir con la Palabra de Sabiduría no beneficiamos a nadie más que a nosotros mismos. El Señor desea que seamos libres de adicciones, que cuidemos nuestro cuerpo ya que somos hechos a Su semejanza, y que podamos mantener el Espíritu Santo con nosotros.

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